El ballenato de Lol V. Stein

Terminando de leer El arrebato de Lol V. Stein de Margarite Duras, pienso acerca de la gracia -casi sólo estructural- de construir una historia a la inmovilidad de las personas: la historia se desarrolla por el silencio que la conforma y para nombrarlo. A mi esta densidad me tiende a dormir, un rato. Y sin embargo se me prende como souvenir de velorio esa lástima de conformarse en los triángulos como un cabo suelto, una (en la vida y en el texto). Chotada de procedimiento la identificación como lectura ¡maldita telenovela que mi madre no me dejó ver cuando pequeña! algo como haberme quedado con las ganas sucedió, y sigue sucediéndome con varias cosas por el amor de dios o de algun malvado. Así me iba con mis tediosas poesías de decir-la-complicación, pero estoy dandole duro a la sobriedad, dentro de mis posibilidades astrales. Ultimamente leo por el placer de la búsqueda del truco mismo, del escritor en las manos, sólo asi logro terminar un relativo bodrio como Plata quemada y pensar de Piglia -aparte del mal olor que dejan las $o$pecha$ en concurso- que cuenta el asalto de un camión muy bien, lleva y trae a la lectora como por la vereda, señalandoles el rostro a los diferentes narradores/jergas de un mismo siniestro, la ventaja de haber leido mucho, y mucho a Puig.
Recién este ultimo tiempo, con perspectivas de Contar, puedo leer El arrebato.. para paladear una frase sin que me pesen las horas, y que precisamente esas horas que valen el clima de denso, explican la glucosa del valor de decir que

¨..resultaba imposible expresar lo aburrido y largo, largo que era ser Lol V. Stein. Le pedían que hiciera un esfuerzo. No comprendía por qué, decía. Su dificultad ante la búsqueda de una sola palabra parecía insuperable. Parecía que ya no esperaba nada.
¿Pensaba en algo, en ella? No entendía la pregunta ..¨

(p.20ed. Tusquets)