digamos no a la tala indiscriminada

En este edificio, antes de la gran reforma, funcionaba un neuropsiquiàtrico donde estuvo internado, por ejemplo, charly garcìa. Una vez vino la farmacéutica japonesa de la esquina y me pidió de pasar a chusmiar porque ella antes venia a traer pastas a los locos, le pareciò maravilloso el cambio en la arquitectura. Miraba el techo de ladrillo sobre mi cabeza y decìa -Què maravilloso-, a mi me parece que no està maravillosamente puesto, el gran engaño es que se conservan las altísimas puertas de roble y la mampostería antigua. Otra vez vino una viejita creyendo que el loquero seguia funcionando, me reclamaba triste y violenta la historia clìnica de su hijo. La ayudè a buscar en google el probable traslado del nosocomio, pero el nombre que me daba nos llevaba en una simpàtica trampa a LA ferretería cordobesa de aparente èxito.
Al lado de los tres patios laterales (es silueta de casa chorizo) hay un hotel de familias numerosas y extranjeras, peruanas sobre todo, unas niñas que juegan al elàstico como los dioses. Los arquitectos pintaron la pared medianera por dos metros con color carmìn, y como lo 2 mts restantes para el lado del cielo son del hotel, no los quisieron pintar. La pared del hotel tiene puntas de botella de vidrio para evitar un imposible salticado y enredaderas fagocitadoras o sobreestimuladas por cierto factor que escapa a nuestra imaginación biológica. La grandeza de este pedazo de pared es un àrbol de Palàn Palàn que -no se distingue desde què agujero- se abriò paso por el cemento, y encejò con la línea divisoria pintado/no pintado. Llegò al metro 10 cm, y mandaron al casero a que lo hache, ayer a la noche.