Rescato 4 cajas de loción extranjera, no se corresponden
con la mugre que rodea. Apilamos 5 bolsas de residuo para regalar,
largas redacciones amorosas
que ejercité contra mi preceptor (94 páginas oficio),
varias sillas, pomos de carnaval,
estantes prestos a instalar con tarugos encintados,
pulóveres artesanales, recortes de figuritas, almohadones
y un Futuro Archivodel Discurso que consta de volantes
feministas y asamblearios, fotocopias de la izquierda
en su pobreza universitaria: la mitad a la basura
y lo que queda, se enarbola de destino Rentable,
el tesoro que significará
un registro popular de época. Después de todo,
nada muy preciado en la vereda.
El sillón azul raya los bordes
de la ventana y del escritorio de laca blanca,
demasiado ancho, nos obliga a sacar seis puertas,
provoca esta furia de venganza: arrojarlo
gigante por el balcón terraza, ver cómo mezcla en el cordón
su goma eva en la verdura.
Pura espuma no me permite
la exageración de la nostalgia, pero tampoco sea cosa
de saldar como si nada tirando
souvenires del pasado por un tubo.
Llega bien amado y dice ¡no!
no puede desperdiciarse el mueble! y sirve cervezas
para brindar el cansancio. Subimos a un tren,
vamos al recital de señoras que aplauden alegres
la modernidad del scrach
y los trombones brillando. Habla Osvldo Bayer..
será un educador, todo lo que quieras,
pero me duerme. Demasiado conservadora
para mi formación altruista, y para mis amigos. Ellos
danzan en el andén, literal,
mientras yo saco fotos y el señor que pide monedas
se suma a las canciones con un acordeoncito
verde y dorado, imitación balcanes,
pregunta qué tocamos
-De todo un poco-
-Ah- decepcionado -yo solamente
interpreto temas propios-
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