24.8.07




a Ine y a mi nos gustan las campanas, nos gusta seguir de alguna manera practicando el exorcismo, de a poco, ceñidas a los cinturones del caballero autómatico. trayendo cosas de otras epocas, como por juego de opuestos vas sacando un poquito por la boca de futuro. pedazos de estribillos que te tallan la mente en madera, ves retoños que salen de las yemas de los labios. pasado no podemos saborear, pero enseguida se hace suave viajar en cisne por una casa. bebo toda la transpiracion que puedo. corremos, de la mano: ella felicita cualquie rminimo gesto de mi timidez -cuando es repentina- una forma de libertad casi desconocida jugar a La quieta, quedar recien bañadas con olor a agua, con ojos llenos del invierno en la puerta de la primavera. pinta pasear tres cuadras mirando para arriba a ver quién encuentra una iglesia primero ¿a qué clase de familia quisiera que pertenezca mi casa? todo con alfombras no se puede, por fortuna , por similitud con las prácticas en la montaña: hay un modo de dejarse ser pobre y ser bruta, bruta como una alhambra, bruta como una perra renguita, una manera que se parece a escribir números y letras invertidas. cualquier cosa a sabiendas de la indigestión, equivocarse a propósito para sorprender, horas mas tarde, a los queridos con un atado de globos
fumar cigarrillos hombro a hombro sin rozar el codo, mucha especulación y antirealidad, mientras, mirando para arriba en la oficina con terraza : le estan cantando muy fuerte el cumpleaños a Horacio y llega hasta planta baja un mortífero olor a choripán. este mensaje de locutorio será absuleto de cualquier juicio, es como comerse un helado a las diez d ela mañana, te puede pintar un día, pero no dá que se vuelva costumbre


1 comentario:

Anónimo dijo...

iuminación.