Una historia verdadera.
Enzo Pérez creía que los kiwis eran rocas ablandadas. Hasta los 18 parece que creyó. La madre le decía: -Enzo, andá hasta el Mapocho, pero no te métas; traéme las piedras más blandas que encuentres asi vamos juntando para el año que viene-. Y los compañeros de la escuela: - Enzóperez, si estuvieras en la caverna de Platón ¿creerías en las sombras de las piedras, o en los frutos que dan las flores cuando mueren?-. Él no entendía.
Enzo Pérez robaba flores en la Avenida Rancagua y en la Avenida Seminario. Daba toda na vuelta absurda para desembocar nuevamente en Providencia. Hacía que iba al río, a elegir las piedras más blandas, pero nomás vitrineaba negocios y juntaba girasoles municipales. A dos cuadras de la casa paraba en un puesto de calle, y preguntaba el precio del kiwi. Llegaba a la hora de tomar las Once y le decía a la madre que las piedras estaban muy duras, que él no se sentía capaz de volverlas fruta.
1 comentario:
moy moy
hermoso esto
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