14.8.06

Avenida Suárez me recibe

con los bolsillos dados vuelta, demostrando que no tengo nada de qué escapar. Nunca estudié mucho, y si me salgo intuitivamente con la superstición es porque aprendí de vivir.. conozco mis consignas, respeto mis intuiciones. Los temblores de rodilla, la cama que por la noche va atosigarme con el reloj de hierro de Los lastimados por el fuego. No me esfuerzo, camino. Llego a la arcada de la puerta, parece que perdí todo. Tengo cara de acabar de perder todo. Miro la Avenida de frente, pido alguna prueba de cordura o una persona con malformaciones, un monstruo, un mensaje de un vagabundo, un perro que hable. Pero todo es real, diferente que en la casa de La Hache..




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3 comentarios:

eugenio dijo...

clap clap clap

Anónimo dijo...

un perro que hable: muy bueno.

Anónimo dijo...

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